En mi adolescencia tuve un Winco. Y no es que exactamente añore el aparato electrónico que era aquel tocadiscos stereo (eso sería fetichismo), ni tampoco esa etapa de la vida por la cual todos pasamos y superamos —eso creo— sino que, en realidad, lo que me produce nostalgia es la forma y el modo que teníamos de escuchar música por ese entonces.
El Winco, tal como ya dije, era un tocadiscos, en el cual se podían escuchar discos de vinilo de distintos tamaños y velocidades con una calidad de sonido bastante aceptable. A saber: discos chicos o singles de 7 pulgadas y que giraban a 45 rpm (revoluciones por minuto), con una canción por cada lado; EP o extended play, de los cuales había de dos tipos, unos del mismo tamaño de los singles pero que giraban a 33 1/3 rpm y con dos canciones por cada lado, y otros que eran de tamaño un poco más grande, 10 pulgadas y también a 33 1/3 rpm, pero que podían contener más canciones o temas más largos; finalmente estaban los discos grandes o long plays o álbumes de larga duración, que eran los de 12 pulgadas que también giraban a 33 1/3 rpm y que contenían cinco o seis canciones por lado, en total 10 o 12 por cada LP, dependiendo de la duración de cada tema, también podían ser menos de 10 o más de 12; del hecho que los vinilos tuvieran dos lados o caras quedaron esas expresiones que se usan hasta nuestros días, eso de "tener un lado A" o "mostrar el lado B". En el Winco también se podían poner discos más antiguos aún, los de 78 rpm y que eran de acetato, un material muy frágil y que se quebraban fácilmente.
A propósito de los EP, hoy en día los jóvenes músicos e intérpretes usan este concepto para referirse a que han grabado y/o han subido a la red unas cuatro o cinco canciones que forman un mini álbum o EP, pero no tienen idea de donde viene el término y su significado. Aprovechando el vuelito con relación a las incoherencias semánticas, he escuchado mucho últimamente a las bandas y solistas actuales, y también a sus entrevistadores, decir que tienen una "fecha" o que tienen varias "fechas", ¿por qué no dicen que tienen agendado un concierto, una gira o algunas presentaciones en tal o cual fecha y lugar? Sé que esto suena de viejo latero, pero no me canso de sostener que el lenguaje es rico y variado, pero los más jóvenes no hacen el esfuerzo de mantenerlo y enriquecerlo, sino lo contrario, lo empobrecen. La última: también me disgusta cuando oigo decir que hay o va a haber un "conversatorio", ¿qué es eso? ¿una conversación con un lavatorio? ¿por qué no ocupan el vocablo "coloquio"? ¡y ya!, es mucho más bella y precisa esta palabra. En una columna anterior que escribí me puse el parche antes de la herida y aquí también lo voy a hacer; no estoy en contra de la evolución del lenguaje, porque está vivo; ni tampoco me quedo pegado en eso de que todo tiempo pasado fue mejor; estoy en contra de la flojera y la pobreza intelectual, estoy a favor de la evolución de la cultura y las ideas, de la evolución permanente de la música en todas sus formas y corrientes, y prueba de ello son, especialmente, el rock, el jazz, la etnomúsica y la world music. Pero claro, con la educación de mierda que hemos tenido los últimos 40 años y seguiremos teniendo gracias a la lacra parlamentaria, ¿qué más podemos esperar?
Si mi memoria no me falla, creo que los tocadiscos Winco eran fabricados en Arica por la empresa Mellafe & Salas; también tengo entendido que en Argentina fueron muy populares y seguramente fabricados por alguna empresa del país, porque, al parecer era un artículo creado y fabricado en algún país de Europa o en EE.UU. y acá en Sudamérica se pagaba por su licencia y los fabricaban empresas locales. La gracia que tenían estos tocadiscos era que tenían sonido propio, es decir, no era necesario conectarlos a un amplificador o radio convencional; tenían su propio amplificador integrado, incluso recuerdo haber visto un modelo que tenía radio incorporada; el modelo que yo tuve tenía parlantes en el mismo tocadiscos, pero además se le podían conectar dos cajas cúbicas (parlantes) de unos 30 cm. con unos cables de 1 metro o un poco más, y al hacer esto se desconectaban automáticamente los parlantes internos.
Corrían los años de la UP en que la empresa RCA-Victor local se transformó en la Industria de Radio y Televisión, es decir, la IRT; ahí se fabricaban unos tocadiscos un poco más sencillos que se transformaban en una maleta, eran portátiles y había un modelo monofónico y otro stereo; lo que trato de testimoniar es que escuchar música en la casa a través de discos de vinilo no era algo inalcanzable, era algo bastante popular y así lo entendía la gente de la IRT, que paralelamente tenían el sello discográfico IRT-Alba; allí, entre otros, grabaron Los Jaivas en 1972 y el grupo Panal que dejó para la posteridad un LP homónimo de 1973 con un sonido muy Santana (que había pegado muy fuerte después de su participación en Woodstock en 1969), Panal era liderado por el bajista y arreglador Pepe Ureta y que contó entre sus integrantes con Denisse y Carlos Corales, y también con el Pato Salazar, que además era uno de los percusionistas de la Orquesta Sinfónica. Uno de los ejecutivos del sello era Julio Numhauser, sí, el mismísimo, uno de los fundadores de Quilapayún, que por esos años tenía el dúo Amerindios junto a Mario Salazar y que luego pasó a ser trío con la incorporación de Patricio Castillo, también ex-Quila. En todas las carátulas de los discos, no sólo en los de la IRT, aparecía un pequeño recuadro que decía "Disco es cultura", independientemente del contenido del vinilo y del gusto de quiénes escucharan o bailaran, de eso se trataba; la industria del prensado de discos de vinilo murió, cómo era de esperar, en los primeros años de la dictadura.
Existían también otros equipos de música más sofisticados y caros que los Winco, como los Dual o Garrard u otras marcas; también las tornamesas y las grabadoras de carrete o cinta abierta, pero para eso había que tener un buen amplificador y ojalá ecualizador. Después se masificó el cassette y llegaron los decks; los vinilos fueron reemplazados por los CD's y los tocadiscos por los toca CD's, pero al paso de algunos años los tornamesas y vinilos han vuelto a ocupar un lugar de privilegio para algunos melómanos, ya que incluso muchos antiguos álbumes son reeditados y algunos nuevos trabajos de músicos actuales salen a la venta, limitadamente, en este soporte y formato. Está claro que todo esto es también un negocio, pero más que renegar de este aspecto, me parecería más acertada una política cultural y comercial como la que tuvo el gobierno de la UP a través de instancias como la editorial Quimantú en relación a la literatura y cultura impresa, o el sello discográfico IRT-Alba y la fábrica de artículos electrónicos IRT. Como decía un amigo con relación a un determinado álbum de música: primero me compré el long play, luego la cassette, después el CD, a continuación pagué para "bajarlo" a través de internet y finalmente me volví a comprar el vinilo; eso se llama ser fiel a la música... ¡y al mercado!
El Winco que yo tuve fue una mezcla de regalo de cumpleaños con unas lucas que me gané en trabajos pre-navideños y lo disfruté a concho durante varios años. Lo tenía en mi pieza y lo instalaba de una forma muy particular que intentaré describir: el tocadiscos propiamente tal en una mesa pequeña con uno de los parlantes, luego un sillón y finalmente el otro parlante sobre un pequeño estante; yo me sentaba en el sillón, en medio de los parlantes orientados hacia mí, en que prácticamente me quedaba uno en cada oreja, así apreciaba el stereo en toda su magnitud. Mi tocadiscos también salía conmigo de carrete, ya que muchas veces me pidieron que lo llevara a alguna fiesta en que no había disponible un equipo de música.
Por mi Winco pasó la discografía completa de los Beatles, que mi hermano mayor me fue regalando lentamente a medida que los discos se iban reeditando; también los primeros álbumes de los Beatles solistas, como el primero de John Lennon y la Plastic Ono Band, que contiene canciones como "Mother", "Love", "Isolation", "Working Class Hero" y la maravillosa "God". También el primer álbum solista de Paul McCartney, en que él toca todos los instrumentos (sólo lo acompaña Linda Eastman debutando en los coros) y que simplemente se llamó "McCartney", hay allí algunas hermosas baladas acústicas como "Every Night", "Junk", más su versión instrumental "Singalong Junk", "Teddy Boy" y ese gran tema que es "Maybe I'm Amazed", que Paul interpreta en sus conciertos hasta el día de hoy. Pero si de ex-Beatles se trataba, el que le pegó el palo al gato fue George Harrison con su álbum triple "All Things Must Pass", un coloso, considerado uno de los diez mejores álbumes de rock de la historia. Con todo lo que admiro y respeto a John y a Paul, con George fueron unos cabrones, ya que en los últimos años del cuarteto no le dejaban incluir más de una o dos canciones por disco y así él fue acumulando un material que vio la luz cuando "the dream is over". Dieciocho estupendas canciones, más las cuatro jam-sessions del disco 3, en que participan acompañando a Harrison, entre otras celebridades, Eric Clapton, Ringo Starr, Dave Mason (Traffic), Ginger Baker (Cream, Blind Faith), Bobby Whitlock y Billy Preston. Por mencionar sólo algunas de las canciones del triple álbum: "Wah-Wah", "What Is Life" y "Beware Of Darkness".
También escuché en mi joyita electrónica todos los discos de la banda country Creedence Clearwater Revival, cuyos vinilos no se comercializaban en Chile sino que en Argentina, Uruguay o Brasil, tuve la suerte de que un amigo se los conseguía entre sus amistades y ahí de colado me los prestaba a mí, a pesar de que en lo ajeno reina la desgracia, yo siempre fui cuidadoso con ese material y así después me los volvían a prestar. En la segunda mitad de los '70 los Creedence fueron editados en Chile, pero el sello discográfico que compró sus derechos, para poder vender todos sus álbumes, hizo una mezcolanza de ellos y así no se podía apreciar la evolución de la banda. También me prestaron los primeros trabajos de Dimitri Georghiou (Cat Stevens o Yusuf Islam) que tampoco se editaban en nuestro país; maravillosa su propuesta musical y poética y también las reminiscencias de su ancestro griego; cuando tiempo después se editaron en Chile, yo pude comprarme "Tea For The Tillerman", "Teaser And The Firecat", "Catch Bull At Four", "Foreigner" y "Buddha And The Chocolate Box", discos que son, para mí, inolvidables.
Uno de los aspectos esenciales de la escucha de vinilos era el rito que ello significaba: sacarlo de su funda o carátula, limpiarlo y luego cuidadosamente ponerlo en el plato del tocadiscos, poner el brazo con la aguja sobre el disco de forma automática, o manual si se optaba por escoger cualquiera de los surcos de ese lado. Y lo más importante: compartir, porque se escuchaba música con la familia, con algún o algunos amigos o con la polola, bueno, en realidad en este último caso se escuchaba música y se atracaba. Si bien es cierto los CD's y computadores son más prácticos en algunos aspectos, todo aquello es impensable —excepto lo de las pololas— en la cultura desechable de hoy, no hay rito sino apuro. También yo, como muchos, teníamos el hábito de escuchar el disco mirando la carátula, viendo las fotos, la información adicional o siguiendo las letras de las canciones que algunos traían; de ahí me quedó esa costumbre —pecado culposo— de que algunas veces he escuchado el CD teniendo a mi alcance la carátula del vinilo.
Lo de las carátulas es algo que también pasó a la historia; por su tamaño tenían una gran foto y un cuidado arte de tapa —como se decía— y bastante información adicional, el listado de canciones y sus autores y en algunos casos la ficha técnica por tema, también algún comentario del sello o de alguien famoso y respetado. Aquí en Chile, por costo, a veces simplificaban las carátulas, por ejemplo el "White Album" (que fue el disco doble con el cual los Beatles inauguraron su sello Apple y que nunca se llamó así, sino que en su edición original era enteramente blanco, incluyendo las palabras "The Beatles" en relieve) acá lo editaron por separado y ocupando en las carátulas las cuatro fotos individuales y separadas que originalmente traía agregadas junto al póster que en su reverso incluía todas las letras de las canciones. En la industria discográfica de la época había algunas carátulas que eran espectaculares, especialmente de discos que llegaban de Europa o EE.UU. Acá en Chile también se hicieron esfuerzos al respecto, especialmente el sello DICAP en el tiempo de la Nueva Canción Chilena, algunas de las más lindas que conocí fueron las de la "Cantata Popular Santa María de Iquique", de Luis Advis, interpretada por Quilapayún que, además, traía un librito con los textos; "Autores Chilenos" y "Canto Para una Semilla" (también de Advis) interpretados por Inti-Illimani el primero y por Inti-Illimani más Isabel Parra el segundo; y "El Derecho de Vivir en Paz" de Víctor Jara con unas hermosas fotos contrastadas y saturadas que han pasado a la historia; estas carátulas se abrían, como si se tratase de un álbum doble y tenían unas fotos y/o una gráfica con características muy particulares, ya que habían salido del taller de diseño de los hermanos Vicente y Antonio Larrea y Luis Albornoz; como ocurrió con la mayor parte de los diseños de carátulas de casi todos los intérpretes de la Nueva Canción Chilena.
Otras de mis escuchas fueron la sensacional Carole King, especialmente su álbum "Tapestry", cuyas canciones han soportado dignamente el paso del tiempo, "So Far Away", "It's Too Late", "Will You Love Me Tomorrow?", la misma "Tapestry" y por supuesto "You've Got A Friend" que era número fijo en las fiestas para apagar la luz; James Taylor y su propuesta folk ("Fire And Rain", "Don't Let Me Be Lonely Tonight", "Mexico", "Carolina In My Mind"); también en esa línea, aunque un poquito más rockera, Crosby, Stills, Nash & Young y sus sólidos juegos de voces ("Déjà Vu", "Helplessly Hoping", "Woodstock", "Suite, Judy Blue Eyes"); el hermosísimo álbum "Bookends" de Simon & Garfunkel con sus cuidadas y sutiles armonías vocales ("America", "Overs", "Old Friends", "Bookends Theme", "Mrs. Robinson"); la primera y sensacional ópera-rock "Tommy" de los Who; también una excelente versión, anterior a la película, de la ópera de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice "Jesus Christ Superstar".
Mi pieza de ese entonces era un altillo con unas grandes ventanas que nunca tuvieron cortinas y recuerdo especialmente cuando en algunas soleadas tardes de otoño me sentaba a escuchar música en mi espacio ritual; la modorra, el sol del atardecer en la cara y en el tocadiscos sonando "The Dark Side Of The Moon" de los Pink Floyd o la obra cumbre de Yes, el álbum doble "Tales From Topographics Oceans", con las cuatro composiciones de la dupla Anderson-Howe, una por cada cara de disco. No necesitaba de ninguna substancia fumable para entrar en otras dimensiones y estados de conciencia. Otro favorito fue el arreglo y la magistral interpretación que hizo Ian Anderson con su grupo Jethro Tull de la "Burée", uno de los movimientos de la suite en mi menor para laúd de J. S. Bach, él lo cambió por la flauta traversa y le alteró un poco el tempo. También tuve "Selling England By The Pound" de Genesis y "Welcome Back My Friends To The Show That Never Ends" un álbum triple —en vivo— de Emerson, Lake & Palmer.
Mi familia de origen era de clase media, derechamente de medio pelo y políticamente conservadora, pero no momia, sin embargo nunca mis padres me cuestionaron la música que yo escuchaba, y estoy agradecido de eso. Debo reconocer que en la primera época de mi tocadiscos la mayor parte de la música era en inglés, es decir, estaba colonizado —yo nunca he renegado de mi pasado— pero a medida que fui creciendo fui ampliando el espectro y se me fue abriendo el mate y así hubo espacio para algunos trabajos de rock sinfónico como los que mencioné un poco más arriba y paralelamente también para algunos discos de protesta —así se decía en aquella época— y entonces escuché a Inti-Illimani (el primer LP homónimo y "Autores Chilenos") y a Quilapayún ("Basta" y "Quilapayún 3"), a Violeta Parra ("Las Últimas Composiciones" y "Décimas"), a Tiempo Nuevo, un grupo de Valparaíso (No, no, no nos moverán / y el que se atreva que haga la prueba / no nos moverán), a Isabel y Ángel Parra cuando funcionaban como dúo. Luego vinieron los tres lindos discos de Sui Géneris y el primero de Almendra, también el primer álbum de La Máquina de Hacer Pájaros. Lamentablemente el resto —y mayoría— de lo que hoy se conoce como rock argentino no era de fácil acceso por estos lados, además por esa época empecé a escuchar a la Nueva Trova Cubana y la única forma de acceder a ella era a través de cassettes pirateados.
Lo más triste de todo es que a esa altura mi Winco comenzó a fallar producto de su ajetreado vivir y dilatada trayectoria, y también de su fructífero o vano esfuerzo en mi formación musical.
En definitiva, con el advenimiento de las nuevas tecnologías y aparatos electrónicos cambiaron completamente los paradigmas del escuchar música envasada, esto ha traído de la mano la exacerbación del individualismo, ya no nos juntamos a eschuchar música, a compartir; ha traído también la inmediatez del acceso a una cantidad impensable de archivos digitales, pero al cual no le sacamos provecho. Como me decía hace unos años atrás una amiga alemana que fue directora de la biblioteca del Goethe-Institut: "libros y amigos, pocos pero bien conocidos" y parafraseándola a ella: "discos y amigos, pocos pero bien conocidos". Debo reconocer, eso sí, que sacar una canción en la guitarra se hizo mucho más viable a través del uso de cassettes —y actualmente del computador— que de vinilos. O también como me decía un amigo músico cuando se comenzó a masificar el CD: "no podís escuchar a los Beatles sin fritura (el ruido adicional que produce el contacto de la aguja con el surco del vinilo), eso sería una falta de respeto con ellos y con nosotros mismos".
Sin embargo no todo fue o es ideal, me hubiese gustado conocer y haber escuchado en esa etapa temprana de mi vida a algunos grupos y solistas, y que por ignorancia o contexto cultural no lo hice, por ejemplo más de la Nueva Canción Chilena, como el Gitano Rodríguez o la gran Isabel Parra solista o más de Víctor Jara, o grupos como Los Blops y Congreso, o más rock progresivo o sinfónico, o haberme iniciado en la audición del jazz y jazz-rock, cosa que hice un poco más tarde, y tantas y tantos, chilenos y latinoamericanos o de donde sea; vaya una frase obvia: la buena música no tiene fronteras. Pero pocos años después, ya en dictadura, fui encontrando a esos intérpretes y otros más en el mercado persa o simplemente a través de algunos amigos o conocidos. Posteriormente pude acceder a una tornamesa y a un mejor equipo y junto con escuchar lo que tenía o iba adquiriendo, también iba pasando a cassette lo que me prestaban. A modo de anécdota: logré grabar de discos de vinilo a cassettes toda la obra de Violeta Parra, Víctor Jara e Inti-Illimani, tal como fue apareciendo en sus ediciones originales y no de esos discos que circularon en el tiempo de la dictadura, mezcolanzas de temas sacados de distintos álbumes, o simplemente mutilados y censurados. Tampoco no toda la actual tecnología es perversa, gracias a san Internet y a san YouTube —que a veces congrega a la gente— tenemos acceso a música y videos que nunca estuvieron a nuestro alcance hace treinta o cuarenta años.
Para finalizar; hasta ahora he sido bastante reacio al abuso de recomendar música que está en YouTube y especialmente a través del Facebook, pero esta vez me quiero dar el gustito de sugerir algunas canciones e intérpretes que para mí son unas exquisiteces. Como decía el gran Luis Advis: "sobre gustos, hay demasiado escrito"; espero que a más de alguien le mueva alguna fibra de su pasado o le haga descubrir algo "nuevo".
- Fire And Rain, James Taylor en 1970, cuando tenía pelo.
- So Far Away, Carole King en 1971, con su amigo James Taylor de invitado.
- Yer Blues, la desgarradora canción de John Lennon que está incluida en el "White Album" de los Beatles; en este caso la versión es del grupo circunstancial The Dirty Mac, en un programa de la televisión inglesa (The Rolling Stones Rock And Roll Circus) a fines de 1968; el grupo estuvo compuesto por Lennon en la voz y la guitarra de acompañamiento, Eric Clapton en la primera guitarra, Keith Richards en el bajo y Mitch Mitchell (de la Jimmy Hendrix Experience) en la batería; esta rareza parte con John conversando con Mick Jagger.
Milton Bustos G.
Santiago, noviembre de 2014
No pude leer todo,pero seguro volveré. Me encantó ,sobre todo las descripciones de épocas,lugares, historias detalladas ,entretenidas y bien documentadas...me quedé pegada. Felicitaciones.
ResponderBorrarexistian unos tocadiscos winco fabricados por mellafe y salas pero no tenian ninguna perilla esos hay que conectarlos a un deck? pregunto
ResponderBorrarSi no tienen perilla, son tornamesas o giradiscos y deben ser conectadas a un receiver o amplificador en los terminales adecuados para ello llamados PHONO.
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