Cuando en febrero de 1973 Julio Zegers (nacido en Santiago en 1944) gana el festival de Viña del Mar con su canción "Los pasajeros" nadie de los que escuchamos o vimos por la tele ese acontecimiento imaginamos que lo que decía el cantautor en su letra resultaría una dramática realidad sólo seis meses después.
Esto es lo que sostiene algunos años más tarde el músico, escritor y profesor Gastón Soublette (nacido en Antofagasta en 1927); es decir, que al analizar verso a verso el texto de esta canción él se da cuenta que es una profecía, que lo que escribió Zegers no es nada más ni nada menos que el relato anticipado del golpe de estado que se produciría en el país en septiembre del '73.
Fui alumno de Gastón Soublette en 1981, cuando el Pedagógio de la U. de Chile fue arrancado de ésta y rebautizado como Academia de Ciencias Pedagógicas, ya que la dictadura desmembró la universidad porque así le causaba menos problemas, pero esa es otra historia por todos conocida. El asunto es que don Gastón, después de dejar de ser Director del Instituto de Estética de la U. Católica, continuó ligado a ésta, pero además pasó a hacer clases en el Pedagógico; ahí fue cuando, en la asignatura de Filosofía, planteó lo de la canción. Aprovecho de señalar que Gastón Soublette en su juventud estudió arquitectura y luego derecho en la U. de Chile; posteriormente se fue a Europa y estudió música y musicología en el Conservatorio de París.
A su regreso a Chile se interesó por el folklore y se vinculó a personas tales como Margot Loyola, Gabriela Pizarro, Héctor Pavez y la misma Violeta Parra, por quien él tuvo un especial interés y le transcribió a partituras algunas de sus composiciones. Pero la gran Violeta tenía su genio y cuando algo no le parecía bien lo trataba de "pituco de mierda" y lo echaba de su casa, pero después ella se disculpaba, hacían las paces y continuaban con su trabajo y su amistad. Esto lo relata el mismo Soublette en el libro "Violeta Parra. Gracias a la vida. Testimonios", de Bernardo Subercaseaux y Patricia Stambuk, publicado a comienzo de la década del '80. De comienzo de los años '70 data también su bella obra musical "Chile en cuatro cuerdas", para cuarteto de cuerdas, grabado por el Cuarteto Chile y que fue editado por Dicap.
Pero continuemos con la historia de "Los pasajeros", don Gastón con su aire de chamán y su poncho mapuche relató que al hacer su descubrimiento y especulación partió adonde Julio Zegers a preguntarle cómo había escrito eso, si estaba de acuerdo con el carácter premonitorio de su canción, y entonces el ganador de Viña le habría respondido algo así como "no tengo ni la más puta idea, la escribí como si alguien me la estuviera dictando".
Julio Zegers ya sabía de triunfos en el Festival de Viña del Mar, en 1968 obtuvo el segundo lugar con su canción "Para cuando vuelvas", defendido por su amiga Gloria Simonetti, en 1970 se atrevió, pese a las críticas, a interpretar él mismo su hermoso tema "Canción a Magdalena", con el cual resultó ganador, y volvió a obtener el primer lugar en 1973 con "Los pasajeros"; las críticas a Zegers, arquitecto que había estudiado en la U. Católica de Valparaíso, eran que él no cantaba bien, además que con su pinta de hippie rubiecito no era bien mirado por ciertos sectores de la izquierda criolla.
En aquella ocasión se subió al escenario de la Quinta Vergara acompañado musicalmente por su grupo con pinta de hippies, entre los que estaba el arreglador de la canción, el gran pianista, guitarrista y jazzista Matías Pizarro, que luego del golpe buscó nuevos horizontes e hizo carrera en Francia; recomiendo el grupo Tamarugo, que Pizarro formó junto a otros chilenos a fines del década del '70. Este músico también hizo los arreglos para piano y grabó junto a Ángel Parra, en 2004, el álbum "Violeta se fue a los cielos", que acompaña al libro del mismo nombre, con canciones de Violeta; menciono adicionalmente que dicho libro, escrito por Ángel, es una visión biográfica de su mamá y sirvió de base para la película homónima de Andrés Wood, realizada en 2011.
Todo esto ocurría cuando el Festival de la Canción de Viña del Mar tenía trascendencia y se centraba en la competencia de las canciones, cuando la ganadora se hacía conocida y era difundida por todas las radios del país durante semanas y quedaban en el inconsciente colectivo de las chilenas y chilenos. Otro aspecto a mencionar es que ese mismo año 1973 la canción que obtuvo un merecido segundo lugar fue "Laisse-moi le temps" de los franceces Caravelli y Jourdan (asiduos participantes en Viña), a los que en esa ocasión se sumó en la composición el cantante Romuald, que fue además quien la interpretó. Esta canción también la grabó tiempo después Frank Sinatra en su versión en inglés "Let me try again". Julio Zegers volvió a participar en este mismo festival en 1983 con su canción "El cuento del lobo", pero esta vez no ganó.
Volviendo al tiempo de Soublette en el Peda, otro aspecto que guardo en mi memoria es la osadía que tuvo al tratar ese y otros temas en sus clases, en aquellos años de censura y soplonaje, creo que algo dijo él mismo con relación a eso, vaya pues un reconocimiento a su actitud y coraje.
Pero la interpretación que hizo Soublette de la canción de Zegers ha trascendido con los años. Vi hace poco una entrevista a Mauricio Redolés en que hace mención de lo mismo; la entrevista se la hace Iván Valenzuela, uno de los periodistas del establishment local, para el canal de televisión del Senado de la República. Redolés dice que siempre le ha gustado esa canción y agrega lo de su carácter profético, eso sí, lamentablemente no aclara si eso se le ocurrió a él, o es el comienzo de un mito, o si se lo oyó decir a don Gastón, que lo planteó hace más de treinta años.
Finalmente, el texto del presagio y una aproximación a lo planteado por Gastón Soublette.
LOS PASAJEROS (Julio Zegers)
Hoy que la pradera va cambiando de color (1)
que una silueta se despierta bajo el sol
que va o que viene o se detiene, qué sé yo (2)
Son cuatro jinetes que la salen a esperar (3)
cuatro caminos que la llevan hacia el mar
cuatro estaciones las que debe atravesar (4)
para regresar al lugar
del fruto que maduro ha de encontrar (5)
Hoy el farolero ya se fue y la lavandera no lo sé (6)
y el marinero un día de enero partirá (7)
y cual pasajero de algún tren
estoy viviendo en el andén (8)
mientras la máquina me lleva a mí también (9)
Hoy cuatro jinetes me salieron a esperar (10)
cuatro caminos me llevaron hacia el mar
cuatro estaciones he debido atravesar
para regresar al lugar
del fruto que maduro he de encontrar (11)
Hoy el farolero ya se fue, la lavandera no lo sé
y el marinero un día de enero partirá
y cual pasajero de algún tren
estoy viviendo en el andén
mientras la máquina me lleva a mi también. (12)
(1) El país está inmerso en una profunda crisis, o como bien dijo Bob Dylan en su canción de 1963 "The times they are a-changin’"; todo está convulsionado, cambiando de color.
(2) La silueta es alguien no identificado aún, se impone la incertidumbre.
(3) Los jinetes bien podrían ser los cuatro miembros de la Junta que dio el golpe.
(4) Los caminos son distintas opciones y las estaciones el tiempo o ciclos que han de pasar.
(5) Hay retorno, hay esperanza de que después de un tiempo oscuro, los años de dictadura, algún fruto ha de haber, después de atravesar ciertos ciclos.
(6) El farolero es el arquetipo de quién ilumina el camino, pero en este caso se fue. Podría tratarse de la figura pronto ausente del presidente Allende. La lavandera es el arquetipo de la mujer del pueblo, es decir, de las mujeres humildes no se sabe.
(7) El marinero es quien constantemente viaja, en la metáfora podrían ser los exiliados que salen a deambular por el mundo.
(8) El protagonista de la historia aborda un incierto vehículo y está en el andén, que es un lugar transitorio, un lugar de paso; otra vez la incertidumbre.
(9) El personaje es arrastrado por algo mecánico; todo un pueblo a la deriva, todos los chilenos se tornan inciertos Pasajeros.
(10) Los jinetes ya actuaron, se consumó el golpe de estado.
(11) Los caminos u opciones, las estaciones o ciclos, todo eso pasará para que al cabo de un tiempo, regresar y recomenzar la historia del pueblo de Chile.
(12) Canta nuevamente esta estrofa, especie de coro, ya que todo se repite y es cíclico, Soublette también se vale para hacer su interpretación de la literatura y la sabiduría oriental, en este caso del "Tao Te King" y el "I Ching".
Milton Bustos G.
Santiago, 24 de enero de 2014
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