Esta nota se trata sólo de una anécdota, de la que fui testigo presencial fortuito, pero en la medida que han pasado los años me ha ido cobrando más y más relevancia en lo que percibimos de la imagen y la personalidad de un personaje público, en el lineamiento de lo que hoy siúticamente se ha dado por llamar el "perfil" de una persona.
Pues bien, el personaje en cuestión es el políticamente consolidado ex-ministro de hacienda del gobierno de Ricky Lake y nuevamente designado flamante ministro, esta vez de la cartera de educación, de lo que será el segundo gobierno de Verónica Michelle; me refiero pues a nada más y nada menos que al mismísimo Nicolás Eyzaguirre. (A propósito, fue él quién se refirió a la mandataria como la "Gordi" hace algunos años y a ella no le gustó para nada).
La anécdota que refiero ocurre a fines de 1980, por ahí por diciembre, en el marco de un evento organizado por la Agrupación Cultural Universitaria (ACU) en la Parroquia Universitaria, a un costado de la plaza Pedro de Valdivia. Se trataba de exhibir un video del último Festival de Música organizado por esta agrupación en noviembre del mismo año y que mostraba esencialmente a los finalistas-ganadores de ese festival, entre los cuales me encontraba junto a mis amigos del grupo musical que conformábamos dos mujeres y tres hombres, alumnos todos de Pedagogía en Música de la U. de Chile, con los que había participado en esa versión del festival. Nos encontrábamos detrás del escenario, prontos a salir a tocar nuestra canción y en eso aparece el Nico, por esos días estudiante de Economía en la misma U. y miembro del grupo Aquelarre; este recordado conjunto del Canto Nuevo estaba formado, además del Nico, por su hermano Jaoquín, por Luis "Pato" Valdivia y dos o tres integrantes más. (Aprovecho de comentar que el nombre del grupo se lo tomaron prestado al famoso e importante grupo rock argentino Aquelarre, formado por dos ex-miembros de Almendra, la primera mítica agrupación de Luis Alberto Spinetta).
Estos Aquelarre locales también iban a ser parte de esta velada, tenían un buen repertorio y sólidos arreglos hechos al parecer por el ya lamentablemente desaparecido Pato Valdivia (murió en 2005), talentoso músico que había sido uno de los fundadores de Illapu y que luego, en 1976, pasó a formar parte de Aquelarre; el Nico estaba un poquito agitado discutiendo con un par de personas y pidiéndoles que le consiguieran un chaleco más informal, algo artesanal o "lana", ya que él argumentaba que no podía salir a escena con la pinta que andaba, que era una chaqueta de vestir corriente, pero que no iba de acuerdo con la imagen que él quería proyectar o no encuadraba con el resto de sus compañeros de grupo.
Esta situación nunca la olvidé y comencé a evocarla cada vez y proporcionalmente en la medida que Nicolás Eyzaguirre se encaramaba más y más por el intrincado tinglado de nuestra fronda política. No tiene ni tenía nada de malo vestirse con chaqueta, andar un poquito más producido porque tal vez tenía más lucas, pero lo que a mí me llamó la atención es que quisiera disfrazarse de lo que él no era, es decir, renegar de su condición de niño bien, de que tuviera más recursos para vestirse y no querer dejarlo en evidencia ante la audiencia social y económicamente heterogénea de la universidad y en particular de la ACU.
Con los años quedó demostrado que el Nico no tenía nada de "lana", sino más bien lo contrario, eso no tiene nada de malo, son opciones de vida; lo reprochable es el disfraz, hacia arriba o hacia abajo de la escala social y esto que traigo a colación bien puede ser una advertencia más al movimiento estudiantil, que a la hora de las confianzas nos tropezamos con personas a las cuales sus dichos y actitudes los delatan, como por ejemplo ponerse un chaleco artesanal para pasar piola, ese tipo de perfil no es confiable para alguien que intentará llevar a cabo una reforma a la educación en el país.
En estos días de tantas expectativas es saludable evocar una vez más a nuestra inmortal Violeta; que dicho sea de paso tomó la severa decisión de poner fin a su vida no sólo por la ruptura de su relación con el antropólogo suizo Gilbert Favre, sino que además por sentirse menoscabada y ninguneada por algunas instituciones de nuestro país, entre ellas por la misma U. de Chile, que no le abrió las puertas que ella insistentemente le golpeó. Se cumplen este 5 de febrero 47 años de su partida y a modo de un pequeño homenaje a ella y por la metafórica coincidencia con el tema tratado en estas líneas, cito una de las estrofas de su canción "Me gustan los estudiantes":
Me gustan los estudiantes
porque levantan el pecho
cuando les dicen harina
sabiéndose que es afrecho
y no hacen el sordomudo
cuando se presenta el hecho
Caramba y zamba la cosa
el Código del Derecho.
Milton Bustos G.
Santiago, 3 de febrero de 2014
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