viernes, 3 de abril de 2015

Los sonidos de los '80 (mi parcial banda sonora)

Un puñado de canciones que, a mi entender, mejor representa la difícil época de la dictadura es el primer álbum del dúo "valdiviano" Schwenke & Nilo, editado en cassette por el sello Alerce en 1983; eso de "valdiviano" es un decir porque, si bien es cierto, ellos se conocen y se proyectan musicalmente desde la hermosa ciudad del sur, ninguno de ellos es oriundo de Valdivia. Nelson Schwenke provenía de Ancud, de la isla grande de Chiloé y Marcelo Nilo es de Santiago, específicamente de la comuna de Cerrillos. Se conocen siendo alumnos de la universidad Austral, el primero de la carrera de antropología y el segundo de pedagogía en educación musical, eso es por ahí por 1978; Nelson ya había compuesto algunas canciones y tímidamente las interpretaba para sus amigos y compañeros, entonces conoce a Marcelo y juntos se potencian dando vida al dúo.


Así nos comienzan a regalar canciones llenas de denuncias y esperanza, que a ellos les trajo persecución e intentos de acallarlos, pero afortunadamente fueron más fuertes que eso. Ejemplo de esto son "El viaje", presentada en el tercer festival de la ACU, en 1979 (Señores demen permiso / pa' decirles que no creo / lo que dicen las noticias / lo que cuentan en los diarios); "Nos fuimos quedando en silencio" (La televisión nos fue diciendo / haga esto, lo otro o aquello / la radio nos fue mintiendo / mientras se escondían muertos / nos fuimos quedando en silencio) y también "Mi canto" ("¿Y en qué quedó la poesía / en que quedó la libertad / en dónde está el aprendizaje / de amar sin esperar?), incluida en su segundo trabajo de 1987, pero que data de fines de los '70. Nelson compuso todas las canciones que interpretaban, aunque algunas sobre textos del poeta valdiviano Clemente Riedemann (que en ese tiempo usaba el seudónimo de Clemens Papa), como por ejemplo "Quieren y puedo" (Quieren hacer de cada cantor / un wurlitzer / quieren hacer de cada canción / una marcha), o "Lluvias del sur" y "Entre el nicho y la cesárea". Marcelo aportó su fuerza interpretativa y colaboró en los arreglos. Al decir del mismo Nelson cuando en sus actuaciones y entre canción y canción, y para animar un poco la cosa, le largaba a su público "nosotros somos los reyes de la canción depresiva"; en esos años material había de sobra.

Siguieron haciendo música por más de treinta años en un medio que les fue hostil muchas veces y sacando discos sin hacerse problema con los nombres de ellos, después del primero homónimo, el segundo fue Schwenke & Nilo Volumen 2, y así, hasta llegar al Volumen 8. La paradoja es que Nelson, después de haberle ganado al cáncer, en junio de 2012 es atropellado en una calle de Santiago y muere a las pocas horas. Marcelo, su compañero de ruta, ha manifestado que seguirá con el proyecto musical, conservando el nombre original de éste, es decir, Schwenke & Nilo.

Un caso digno de análisis sociológico y de los mass-media fue una situación que se produjo en Chile a fines de los años '70 y comienzo de los '80. Dos emblemáticos cantautores cubanos, fundadores del movimiento de la Nueva Trova, dieron origen a un fenómeno que no tenía precedentes y que no se volvió a repetir por estas latitudes sino hasta el advenimientos de las nuevas tecnologías digitales y la irrupción de internet y de las llamadas "redes sociales", cuando cambiaron los paradigmas establecidos en cuanto a comunicación y medios se trate. Silvio Rodríguez y Pablo Milanés se hicieron masivamente populares en nuestro país sin haber vendido ni una sola cassette legal o distribuida por un sello discográfico; ni tampoco haber dado ningún concierto ya que el ingreso de ambos a Chile estaba prohibidísimo (entretanto Marshall McLuhan exhibía una sonrisa de oreja a oreja).

Las combativas y metafóricas canciones de Rodríguez, en principio, y las sólidas y hermosas composiciones de Milanés a continuación, empezaron a sonar en muchos hogares y lugares de Chile, con un cierto saborcillo a lo prohibido (era que no) en plena dictadura militar. Ni la DINACOS ni la CNI pudieron controlar la avasalladora invasión musical cubana; se les pasó, no contaron con la astucia del pirateo casero, ya que esto vino de la mano con el extendido uso de las radiograbadoras (que vinieron a reemplazar a los tocadiscos), considerando que, además, conectando entre sí dos de estos aparatitos se podía hacer una copia de nuestra música favorita; luego vinieron las de doble casetera y con eso el asunto se hizo aún más fácil.

Mi modesta experiencia personal fue que en el '79 un antiguo compañero de colegio me llama y me pregunta si le podía hacer una copia de un cassette que le habían prestado, yo sin siquiera tener una grabadora le dije que sí; a continuación me conseguí con un amigo una radiocasetera y con otro una grabadora un poco más sofisticada, yo sólo puse el cable (que yo mismo preparé) y el saber cómo hacerlo. Luego hice la copia a mi ex-compañero y otra para mí, las canciones eran las correspondientes al primer álbum de Rodríguez, "Al final de este viaje"; poco tiempo después una amiga me presta otro cassette, traído desde Venezuela, el álbum "Días y flores"; repetí la operación descrita anteriormente ocupando el otro lado de la cinta; en resumen, a mi cassette pirateado mis amigos y amigos de mis amigos les sacaron copias y copias de copias. Eso mismo hicieron muchas personas y esto se repitió en todas partes, ya que al año siguiente Silvio sonaba hasta por los altoparlantes de las ferias artesanales.

Así, estos emblemáticos músicos cubanos, que habían estado en Chile antes, en 1972 durante el gobierno de la Unidad Popular, se fueron haciendo cada vez más y más conocidos. Después de aquella primera visita, y debido a su ausencia de los medios de comunicación, fueron quedando en el olvido de los pocos que los oyeron y en el desconocimiento de las nuevas generaciones; pero esta vez, en 1980, ocurrió lo del pirateo y la Nueva Trova prendió como pasto seco y, además, dejó huella influenciando a toda una generación de jóvenes creadores locales; recién después de uno o dos años el sello Alerce comenzó a editar sus trabajos en Chile.

Hay un aspecto que siempre me ha generado contradicción, es lo relacionado con el cantautor Fernando Ubiergo y con el tema de la censura; él, después de haber alcanzado cierto renombre en el medio local ganando la única versión del Festival de la Primavera, en 1977, con "Un café para Platón" y el de Viña del Mar, en 1978, con la canción "El tiempo en las bastillas" (que ahora es usado como tema central de la serie televisiva "Los '80"), incluyó en un nuevo disco dos canciones de Silvio Rodríguez: "Canción del elegido" y "La era está pariendo un corazón"; el pero es que les hizo algunas leves modificaciones a los textos originales, eso generó dos posiciones antagónicas, los que sostuvieron que eso fue una falta de respeto a su autor y al concepto original, y los que afirmaron que fue sólo para que esas grabaciones pudiesen ser difundidas en las radios nacionales, un mal necesario y menor que permitía que aquellas canciones se hicieran conocidas y reinstalaran la presencia del compositor cubano en plena dictadura. Lo mismo vale para lo que ocurrió con la cantante Gloria Simonetti y su versión de "Ojalá"; o por poner otro caso, Óscar Andrade con la canción "Llegó volando" de Patricio Manns, porque eso de alterar levemente los textos fue una práctica recurrente en la época. Sin duda el régimen dictatorial quiso utilizar a Ubiergo y en alguna medida lo logró, él hoy hace sus descargos y en parte tiene razón, pero hay un margen y una controversia no cerrada.

Igual situación también es aplicable a la labor del sello Alerce, encabezado por el conocido hombre de radio y televisión Ricardo García. Este nuevo sello discográfico, creado a pesar del gobierno de facto, se fue haciendo de un catálogo atractivo pero complejo, por los tiempos que corrían; se atrevieron a editar música prácticamente proscrita de antiguos representantes de la Nueva Canción Chilena y también la de nuevos y jóvenes creadores e intérpretes, el incipiente Canto Nuevo, bautizado así por el mismo Ricardo García. Publicaron discos grabados antes del golpe, pero el sello se quiso evitar problemas y se autocensuraba, lo que vendría siendo lo mismo e incluso más brutal que la censura explícita, y así a algunos álbumes les faltaban algunas canciones, como el "Canto para una semilla" de Luis Advis, interpretado por Inti-Illimani e Isabel Parra. Otro caso a señalar fue el que ocurrió pocos años antes, cuando salió a circulación bajo etiqueta Alerce el disco de Víctor Jara con las últimas canciones que alcanzó a componer y grabar ("Manifiesto", "Cuando voy al trabajo" y otras cuatro o cinco más), pero quedaron excluidas otras como "Vientos del pueblo" (De nuevo quieren manchar / mi tierra con sangre obrera / los que hablan de libertad / y tienen las manos negras) y "Aquí me quedo" (Yo no quiero la patria dividida / ni por siete cuchillos desangrada), con textos de Miguel Hernández y Pablo Neruda respectivamente; la disyuntiva es qué hubiese sucedido si en aquel disco hubieran estado todas las canciones, siendo consecuente hasta el final, ¿habría salido a la venta y podido circular? o, por el contrario, haberlo editado recortado y, en alguna medida, asegurar su difusión. La verdad es que, honestamente, nunca he tenido una respuesta clara y categórica para estos asuntos. Más allá de esa disyuntiva y con la visión que otorga el paso el tiempo, valga pues un reconocimiento a Ricardo García, quien fue uno de los impulsores del antiguo Festival de la Canción de Viña del Mar y de los festivales de la Nueva Canción Chilena, también uno de los creadores del programa de televisión Música Libre (icono de los '70) y, posteriormente, fundador del sello Alerce; murió en 1990, en un viaje que hizo a Cuba.


La revista La Bicicleta también contribuyó a la masificación de Silvio Rodríguez, al dedicarle, a comienzo del '81, un número especial sólo con sus canciones y con los acordes correspondientes para guitarrear. Esta publicación, creada al alero de las universidades y con una circulación muy restringida, con este especial le "pegó el palo al gato", ya que el esfuerzo que hicieron sus editores tuvo como resultado la consolidación de la revista a nivel masivo y su publicación duró varios años. Sin embargo no puedo dejar de comentar otra polémica situación relacionada con la revista La Bicicleta; a mediados de la década aludida organizaron un concurso de cuentos y el jurado convocado y los editores de la revista se encontraron con una papa caliente entre sus manos, ya que imagino tiene que haber sido grande la sorpresa cuando al abrir los sobres con las identidades reales de los autores se encuentran con que entre los finalistas había un cuento escrito por Mariana Callejas. Esto suscitó controversia ya que algunos dijeron que no era posible darle tribuna a la "escritora", y otros argumentaron que había que ser pluralistas y tolerantes, no hacer lo mismo que hacía la dictadura, que ella se había ganado legítimamente el derecho y había que darle su espacio. En esto no tengo posiciones ambiguas ni contradicciones vitales, Mariana Callejas fue agente de la Dina y antes estuvo casada con el siniestro y también agente de la Dina Michael Townley, que luego de ser expulsado de la academia de West Point, para "realizarse profesionalmente" vino a prestar sus servicios a la policía secreta de la dictadura. Me he preguntado muchas veces qué hacía Mariana Callejas cuando su marido, junto a sus esbirros y en la casa que compartían, torturaron y dieron muerte al diplomático español Carmelo Soria en 1976; ¿acaso ella mientras eso ocurría se tomaba un tecito en una habitación contigua? No lo sé, pero me angustia y me asquea pensarlo.

Esto de la tolerancia y el pluralismo es un temazo, pero creo que todo tiene sus límites; por ejemplo yo he leído y me han gustado mucho algunas obras del escritor Jorge Edwards, no todas por cierto, creo que tiene oficio, es un muy buen novelista; sin embargo discrepo de su voltereta para hacerse del cargo de embajador en Francia durante el actual gobierno, él ya había estado en esa delegación acompañando a Neruda como agregado cultural cuando éste fue el representante del gobierno de Allende en París. En sus crónicas creo que ha "mostrado la hilacha" de su pertenencia social y de su apellido; tal vez no se ha dado ninguna voltereta y siempre fue así, no obstante respeto su posición, que no comparto, y admiro su pluma, pero lo más relevante es que no imagino que en su casa se haya torturado ni asesinado a nadie.

Mucha música era escuchada en vivo en diversos lugares, las más de las veces vigilada de cuerpo presente por extraños y oscuros personajes. La mayoría de los intérpretes comenzaron sus carreras en las peñas, realizando tocatas en parroquias y sindicatos; otros en facultades universitarias y también en singulares escenarios como el Taller 666 o el Café Ulm (su dueño era un alemán oriundo de esa localidad alemana), ubicado a un costado del antiguo cine Normandie, en la Alameda cerca de plaza Italia. Este café fue el que dio origen al Café del Cerro, justamente en el mismo lugar que antes ocupaba el Taller 666, esto era en el barrio Bellavista, en la calle Ernesto Pinto Lagarrigue.

Otro gran músico que irrumpe en ese contexto y en algunos de esos lugares es Hugo Moraga, que grabó en 1980 su estupendo álbum "Lo primitivo", para el sello SyM de propiedad de la hermanas von Schrebler que conformaban el conocido dúo Sonia y Myriam; ese trabajo, editado originalmente en vinilo y en cassette, y con arreglos del vibrafonista Guillermo Rifo (tanto Moraga como Rifo merecerían un capítulo aparte y por separado) contiene algunas de las mejores canciones de la década ochentera: "Romance en tango" (Una señorita y yo jugamos con el amor / sentados en un sillón que atardecía), "En cualquier momento" y "La vida en ti" (Hay algo de ti que es como la madera / algo como un silencio en esa muralla / que te incluye en todo, visceral compañera / y se incorpora a mi verso como una fruta que estalla); en 1984 el pequeño sello independiente Musicales Zenteno, ubicado en el Persa Lo Ovalle, paradero 18 de la Gran Avenida, edita su tercer o cuarto álbum, sólo como cassette, llamado "Niño de guerra", tanto la canción homónima (Yo te he visto por ahí colgándote de las micros / con tu cajita de calugas trabajas / ya sabes lo que es ganarse la vida / niño de cualquier avenida latinoamericana) como "Yo fui feliz" y "Parábola" (Tal vez yo fuera un Pedro si el gallo me cantara / y el susto manipulara mi voz / cuando el gallo me cante prefiero ser Jesús / que igual se pone la camisa o la cruz) son logradas composiciones que pertenecen a aquel trabajo. Lo modesto de la edición es superado con creces por la calidad de las canciones, de los arreglos y de los músicos que participan. También por aquel entonces registra una primera versión de "Canción en marino", regrabada varios años después simplemente como "Canto marino", que es su hermosa elegía a Valparaíso. El brillante compositor y guitarrista, fuertemente influenciado por el bossa nova y el jazz, sigue vigente hasta ahora.


Evidentemente la banda sonora de los '80 para todos no fue igual, es decir, cada uno tuvimos nuestra propia y parcial banda de sonido de esa época; esto obedece a que, simplemente, mientras los que adherimos a un cierto ideario geochentero y escuchábamos, no sin dificultad, a algunos de los músicos y canciones aquí mencionadas, otro gran sector de shilenas y shilenos todavía seguían moviendo sus presas al ritmo de Tony Manero y Cía. A la gran mayoría la televisión les fue diciendo haga esto, lo otro o aquello, y sólo unos cuántos se rebelaron.

También aparece al comienzo de la década el rock latino, que es específicamente el rock argentino que además marca e influencia a toda una generación de jóvenes músicos locales. La guerra de las Malvinas no sólo dejó consecuencias sociales y de muerte en Argentina, sino que también producto de la prohibición momentánea de la música en inglés en los medios trasandinos, se les comienza a dar cobertura a muchos jóvenes autores e intérpretes, y aquí también llegó el coletazo de eso. En algunas radios se escucharon insistentemente y también éramos visitados por figuras como Charly García, ahora convertido en solista, León Gieco, Juan Carlos Baglietto, GIT (originalmente la banda de apoyo de García), Fito Páez en meteórico ascenso (que en principio acompañaba a Baglietto y luego también a García), los empolizados Soda Stereo, Celeste Carvallo, Virus y unos cuantos más.

Como parte de la influencia anglosajona del ska de The Police, y de sus discípulos del otro lado de los Andes liderados por Gustavo Cerati, el eco que llega en Chile da origen, en 1984, a la explosión de Los Prisioneros y otros grupos que legítimamente con sus propuestas buscaron su espacio, y otros que se quisieron colgar del éxito de los sanmiguelinos; la fuerza de los '80 era arrastrada con decisión mediante la rabia y la irreverencia de Jorge González. La tele entretanto estaba más enfocada hacia los baladistas, entre ellos los complacientes Alberto Plaza, Pablo Herrera y otros.

También continuamos escuchando a una retornada y renovada Mercedes Sosa, a Piero, a Zitarrosa y a un recién descubierto Víctor Heredia. Saltándonos de continente seguimos oyendo y disfrutando, como siempre lo hicimos, a nuestro querido y eterno Joan Manuel Serrat.

Los músicos chilenos que he reseñado son apenas una pequeña muestra entre la gran cantidad de gente que creó, tocó y cantó por ese entonces; por nombrar sólo a algunos más: Congreso, que logró sobrevivir al golpe y en 1975 le pasó un gol a la dictadura con su álbum "Terra Incógnita" y en 1980, con algunos nuevos integrantes (entre otros Joe Vasconcelos reemplazando a Pancho Sazo) publican el álbum "Viaje por la cresta del mundo" que incluía su hit "Hijo del sol luminoso"; Santiago del Nuevo Extremo (tal vez uno de los conjuntos de mayor trascendencia); los grupos Cantierra, Abril, Aquelarre, Ortiga, Antara, los vanguardistas Fulano; los solistas Eduardo Peralta, Eduardo Gatti (ya sin los Blops), Rudy Wiedmayer, Mariela González, Óscar Andrade, los hermanos Pedro y Eduardo Yáñez (que no eran un dúo, el primero fue uno de los fundadores de Inti-Illimani), los hermanos Catalina y Dióscoro Rojas (ahora rey guachaca y que tampoco eran dúo), el dúo (ahora sí) Los Zunchos, compuesto por René Figueroa y Eduardo Sepúlveda (fallecido hace algunos años), el dúo Semilla, Cristina González (ahora Cristina Narea), Isabel Aldunate, el retornado Payo Grondona y tantas y tantos más.

Desde el exilio nos seguían llegando por vías no tradicionales, y a pesar del dictador, las nuevas producciones de Quilapayún, Inti-Illimani, Illapu, Patricio Manns, Isabel Parra y Ángel Parra; también Los Jaivas nos hicieron llegar desde Francia sus "Alturas de Macchu Picchu" y el álbum doble "Obras de Violeta Parra". También y afortunadamente existió el programa "Hecho en Chile", conducido por Sergio "Pirincho" Cárcamo y emitido por la radio Galaxia, dándole cobertura a muchos de los nombrados.

Corroboré algunos datos en el sitio "www.musicapopular.cl".

A modo de contextualizar el momento que se vivía, en que nos estaban imponiendo el neoliberalismo a rajatabla, cito el texto completo de una representativa canción.

LA GENERACIÓN (Los Zunchos, 1980)

Yo soy de esta generación
de la televisión y las computadoras
yo soy de la época actual
el billete pa' mí es lo más esencial

Y el boom de la electrónica me tiene vuelto loco
mirando las vitrinas, pensando, gano poco
pa' comprar tantas cosas que traen del Japón
que no me alcanzaría ni aunque ganara un millón
|: y qué quieren qué le haga, soy de esta generación :|

Yo soy de esta generación
juego a la Polla Gol y tomo Coca-Cola
yo soy de la época actual
y quisiera comprar lo que ofrezca el mercado

Como el guatón Mañungo que vive en una mejora
compró un equipo stereo y radio con grabadora
también se compró a letras un lindo tele a color
con el que se entretiene tomando choca en tarro y sentado en un cajón
|: y qué quieren qué le haga si es de esta generación :|

Yo soy de esta generación
ando siempre saltón y soy re' desconfiado
yo soy de la época actual
y aunque me haga mal ando siempre apurado

Me estoy poniendo cómodo aunque no sea flojo
con tanto adelanto mi mente trabaja poco
uso calculadora cuando sumo dos más dos
y una mujer de goma cuando quiero acostarme pa' hacer lo que usté' pensó
|: es menos complicado y nunca dice que no :|

Yo soy de esta generación
no es que sea jetón, es que yo soy de ahora.

Milton Bustos G.
Santiago, febrero de 2014

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